Emuná
1
Estas son palabras del Predicador: “Escucha, hijo de la tierra y pon atención a
mis palabras; porque son palabras de entendimiento y enseñanzas de vida. 2
Estaba yo en mi desesperación y clamé al Padre de la Vida y dije: ‘Luz del
Universo, ¿por qué no me escuchas? 3 En Ti he puesto toda mi confianza y
firmemente creo en ti, pero mi cuerpo se debilita y me consume la enfermedad; 4
mis carnes se aflojan y solo me queda aguardar la muerte, porque no recupero
mis fuerzas y se apaga mi energía 5 y, sin embargo, Tú no me escuchas’.
6
Lloraba viendo como mi juventud se desvanecía comido por las dolencias y no me
recuperaban ni cuidados médicos ni potentes medicamentos. 7 Cercana veía mi
muerte y yo imploraba con ansiedad. Por siete noches seguidas oré al Padre de
la Vida buscando su amparo y no tenía respuesta alguna. 8 La séptima noche me
asaltó una fuerte somnolencia y quedé sumido en un profundo sueño.
9
Y tuve una visión en sueños, y he aquí que estaba frente a mí contemplándome
con rostro severo uno como hombre rodeado de una luz maravillosa. 10 Y aquella
visión me habló y me dijo: ‘Cuan torpe eres, Predicador; cuán torpe y necio
eres’. ‘¿Quién eres, señor ─ pregunté con temor en mi alma ─ y por qué me
hablas de tal manera?’
11
Y aquel con figura de hombre me dijo: ‘¿Por qué reclamas a la Suprema
Inteligencia lo que no has sabido sacar de ti propio? 12 Yo soy Gavri’el y la
Luz me ha enviado a tí para dar respuestas a tus reclamos”. 13 Al escuchar su
nombre me incorporé y quise ponerme de rodillas ante el ángel bendito de la
revelación; pero él me contuvo diciendo: 14 “¡Detente y no dobles tus rodillas
ante mí porque solo debes honra al Padre de la Vida! Ahora, contéstame y dime
¿de qué te quejas?’
14
‘¡Ah, señor!, dije yo, me devora la enfermedad y he pedido al Padre de la Vida
que me recupere y me sane, y aunque con devoción le he implorado no he recibido
el consuelo. 15 Creo firmemente en Él y predico sus enseñanzas, entonces 16
¿por qué no me escucha?’ 17 Y dijo el ángel bendito: ‘El Padre siempre escucha
y ampara a todos los que no dudan en su mente y 18 tú has dudado en tu mente y
has hecho imperfecta tu oración’. 19 Protesté diciendo: “Creo firmemente en el
Dios de la Vida y ninguna duda guardo de que es poderoso”.
20
Contestó entonces Gavri’el: “Creer no es suficiente como tampoco suficiente es
estar convencido. 21 Es creer con convencimiento y con total seguridad, sin
ningún rasgo de duda. La duda siempre está presente en la razón del hijo de la
tierra. 22 Creer puedes en cualquier cosa, puedes creer en una mentira o en
cualquier fábula y siempre tu razón o la razón de otro te hará dudar de tu
creencia. 23 Crees que la lluvia es agua, porque estás convencido de que es
agua y porque no tienes duda de ello; tus sentidos te lo demuestran. 24 Puedes
creerte capaz de caminar sobre el agua de un lago, pero no puedes estar
convencido de que puedes 25 porque tus sentidos te dicen que una piedra no
flota en el agua, se hunde. Por tanto, no es suficiente creer’.
26
Sentí en mi alma una gran angustia y dije: ‘Entonces ¿qué esperanza podemos
tener del amparo del Dios del Universo?’ 27 Y me dijo Gavri’el: ‘Contéstate tú
mismo qué es la esperanza y dime si la esperanza es solo la espera de algo
deseado que puede ser alcanzado. 28 No, podrías suprimir esa palabra por
confianza y plena certeza en la misericordia de tu Dios y Dios nuestro, 29
entonces comprenderías que, viviendo al amparo del Altísimo y bajo la sombre
del Todopoderoso, como ya se dijo, Él te
librará del lazo del cazador y del azote de la desgracia. 30 Entonces para
alcanzar a Dios se requiere, junto al creer, el convencimiento que nace de la
confianza y de la plena certeza de poder que en ti mismo existe y que se
irradia de la Suprema Inteligencia, esto es Emuná’.
31
Y dijo más Gavri’el: ‘Emuná es sacar fuerza de uno mismo confiando en la fuerza
de la Suprema Inteligencia; es anhelo y confianza en el Gran Saber 32 y la
certeza cierta de que su Palabra es firme y segura; 33 la emuná nace de tu ser
espiritual sin necesidad de la confirmación por tus sentidos. 34 ¿Crees en la
Suprema Inteligencia y sientes anhelo de su amparo? Haces bien, 35 pero esto es
solo como la semilla que ha de sembrarse para que crezca un frondoso árbol. 36
Viene la tormenta y te asustas y buscas refugio; tiembla la tierra y corres
desesperado y temeroso por tu vida y anhelas la protección del Padre de la
Vida; 37 pero no puedes detener la tormenta ni evitar que tiemble la tierra. 38
Sin embargo, en ti, en tu alma, hay un destello de la Divinidad que te confirió
el Padre 39 cuando quiso que el hombre fuera a su imagen y a su semejanza. 40
Cuando hay emuná en ti, lo que aparentemente es imposible se hace posible 42 y
podrás decirles a los vientos que cesen y los vientos cesarán; podrás decirle a
la tierra que cese de temblar y se detendrá el temblor; 43 podrás decirles a
las dolencias que desaparezcan y las dolencias desaparecerán. 44 Todo es
posible cuando de ti hay emuná’.
45
Rogué entonces que Dios me concediera emuná, pero Gavri’el me contuvo diciendo:
46 ‘Escucha Predicador y pon atención a mis palabras. La emuná no es don que
regale el Padre de la Vida, sino poder que en ti mismo existe. 47 La Luz del
Universo solo te concede la fuerza para desarrollar la parte luminosa de tu
alma. 48 Cuando seas capaz de suprimir las tinieblas que habitan en tu alma y
hagas resplandecer tu luz, 49 la chispa divina que alienta en ti, entonces
alcanzarás la emuná. 50 La emuná es don de ti mismo que crece y se fortalece en
la misma medida en que crezca tu espiritualidad. 51 Esfuérzate con
meditaciones, en quietud, sosiego y paz, y con tu mente elevada al Universo, 52
así alcanzarás emuná. 53 Entonces, cuando ores, no habrán dudas dentro de tu
razón y alcanzarás la paz y estarás ya en el camino de la perfección”.
54
Desperté entonces y sentí que dentro de mí crecía una energía que antes no
había conocido.